Ejercer la libertad de expresión en un país democrático es fácil, lo difícil es ejercer la libertad de pensamiento, pues ésta requiere de todo un trabajo interior y del desarrollo de un espíritu crítico que vaya más allá de nuestra propia ideología. Si la educación no asume preparar al ciudadano en esta dirección, seguiremos teniendo libertad de expresión y a la vez pobreza de ideas.
Para que una democracia madure no basta con la libertad de expresión, pues ¿de qué sirve expresar libremente ideas que nos enfrenten, nos dividan y eviten que podamos sumar lo mejor de cada uno, sea cual sea su ideología...? La libertad de expresión es solo un paso imprescindible para poder llegar a la libertad de pensamiento, esta última ha de ser una conquista de nuestra educación, empecemos desde ahora a ponerla en su horizonte, a contemplarla como algo necesario para que nuestros hijos puedan por fin vivir en una sociedad auténticamente democrática.
La educación que transforme conocimiento y no solo transfiera información.
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