EL REGALO MÁS GRANDE

  

    No hay regalo más grande que una sonrisa sincera, porque con ella compartimos el mayor de nuestros tesoros: la alegría de nuestro corazón, fuente de toda vida que merezca ser vivida.

   La sonrisa es más penetrante que la risa, pues esta última es explosiva y sin dirección, mientras que la sonrisa siempre va dirigida a alguien en concreto. La risa ilumina mientras que la sonrisa despierta la luz de quien la contempla.


Contemplar, de corazón, una sonrisa inocente es
luz que prende nuestra propia luz

  


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