El indomable se rebela frente a su propia rebeldía, frente a sus deseos de doblegar al contrario, y se torna él mismo indoblegable frente a sus propios estados de necesidad emocionales y mentales, no renunciando con ello a deshacer las injusticias y a mejorar el mundo, si bien lo hace sin necesidad de tener enemigos ni contrarios, pues sabe que en el fondo todos estamos en el mismo equipo: el indomable se revela en lugar de rebelarse.
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