CUANDO EL ÁRBOL DE LA CONCIENCIA FLORECE NACE LA VIDA


      Cuando la conciencia se torna invisible a nuestros sentidos comienza nuestra percepción azarosa de la vida, pero hasta el azar sigue leyes matemáticas, mostrando así también en este caso la presencia de conciencia detrás de todos los programas y leyes del universo: en realidad lo que hacemos siempre es percibir desde nuestra conciencia más conciencia. Querido lector: te invito a mirar a tu alrededor y a explorar desde tu sentir la presencia de conciencia detrás de todo lo que observas. En el fondo, lo que llamamos biológicamente vida es tan solo la floración del árbol de la conciencia.



  


DEJANDO ATRÁS, PARA SIEMPRE, LA ALIENACIÓN COMÚN A TODA GUERRA CIVIL

     

     En toda guerra civil los bandos comparten una alienación que les hace perder el contacto con la realidad más palpable: creer que es más grande lo que separa a ambos bandos que lo que les une. Sin esta alienación no es posible una guerra civil, tal vez sea hora de hablar de ella en nuestras escuelas, para así librarnos para siempre del enfrentamiento entre hermanos, enfrentamiento que puede resurgir incluso una vez acabada la guerra, no permitamos que esto ocurra: venzamos la incomprensión del pasado de una vez para siempre.

  


    

SUPERANDO EL ENGAÑO DE CREER AMAR A UN PAÍS

   

        No se puede amar a un país, se ama a una idea de país; el no darse cuenta de esto ha creado crueles enfrentamientos entre compatriotas y ha frenado el poder sumar lo mejor de cada perspectiva ideológica. El amor a un país es una imagen deformada, por el idealismo y las tradiciones, del amor a sus gentes. No se puede amar a una país, pero sí se puede amar a sus ciudadanos, vengan de donde vengan y tengan las ideas que tengan, amarlos de tal forma que todos puedan aportar a la sociedad lo mejor de sí mismos sin dejar de ser ellos mismos; el día que se entienda esto habremos dado un paso imprescindible para llegar a una auténtica democracia, una democracia sabia, una democracia de corazón.