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LA SOCIEDAD DEL BIEN SER, UN FUTURO QUE HEMOS DE EMPEZAR A CONSTRUIR

 

    La sociedad del bien estar no garantiza acabar con los suicidios de algunos de sus ciudadanos, la sociedad del bien ser, que ha de suceder a la primera, sí ha de hacerlo, y lo hará gracias a una nueva alfabetización que eduque despertando el sentido de la felicidad en sus ciudadanos: nadie renuncia a la vida cuando posee lo mínimo necesario para su supervivencia y además ha aprendido a vivir desde su sentido de la felicidad.

Hemos de empezar a construir ya el estado del bien ser para que las próximas generaciones, a hombros del estado del bien estar, puedan por fin soltar al aire la cometa multicolor de su sentido de la felicidad, que se elevará por encima de los dramas del pasado como testimonio de que la humanidad evoluciona.



AMAR DE VERDAD A TU PAÍS NO ES FÁCIL

   

     Amar a un país, no a una idea de país, requiere amar a todos sus ciudadanos más allá de sus costumbres, culturas e ideologías. Lograr esto requiere un gran crecimiento personal y social por parte del ciudadano que lo pretenda, y sobre todo una idea de democracia que emane de un sentimiento profundo tal que dé lugar a unos principios que estén por encima de cualquier ideología, de forma y manera que no sea posible el enfrentamiento entre ciudadanos por haberse atrincherado estos en clanes ideológicos. Un propósito de tal envergadura requiere una nueva definición de democracia, una definición que sitúe a la democracia como valor humano esencial y que haga de la educación su forma natural de llegar a los ciudadanos.

     Un patriotismo que margina a los ciudadanos que no comparten la misma idea de país no es en su esencia democrático, y por lo tanto ha de quedar en el pasado. Las ideas abstractas que intentan secuestrar la realidad de un país, dejando de escuchar otras propuestas, siempre terminan dificultando el crecimiento de lo que tanto dicen amar. Amar a un país no es fácil, no hemos sido educados para ello; sin embargo intentar lograrlo es el camino que hay que andar si queremos llegar a una auténtica democracia, a una auténtica sociedad del bien estar y del bien ser.



  

 

SUPERANDO EL ENGAÑO DE CREER AMAR A UN PAÍS

   

        No se puede amar a un país, se ama a una idea de país; el no darse cuenta de esto ha creado crueles enfrentamientos entre compatriotas y ha frenado el poder sumar lo mejor de cada perspectiva ideológica. El amor a un país es una imagen deformada, por el idealismo y las tradiciones, del amor a sus gentes. No se puede amar a una país, pero sí se puede amar a sus ciudadanos, vengan de donde vengan y tengan las ideas que tengan, amarlos de tal forma que todos puedan aportar a la sociedad lo mejor de sí mismos sin dejar de ser ellos mismos; el día que se entienda esto habremos dado un paso imprescindible para llegar a una auténtica democracia, una democracia sabia, una democracia de corazón.